Un hombre negro se acerca a la barra en la que un blanco, visiblemente achispado, vacía de un trago su vaso y se desploma. El recién llegado le observa tendido en el suelo y se vuelve hacia el camarero: “por favor, quisiera tomar lo mismo”. Quien habla es el saxofonista Dexter Gordon y la escena es de la película Round midnight.
Bertrand Tavernier soñaba con hacer una película sobre un músico estadounidense de jazz en el París de finales de los cincuenta. Le había impactado la fotografía en blanco y negro de Dennis Stock, en la que se ve a Lester Young, fatigado y ensimismado, en una cama de un hotel barato del Barrio Latino. Y encontró la trama en el libro La danza de los infieles, de Francis Paudras, que cuenta la relación de amistad del autor con el pianista Bud Powell. En la película de Tavernier, un saxofonista afroamericano, Dale Turner (Dexter Gordon), ya en el ocaso de su vida y minado por el alcohol, conoce a Francis (François Cluzet), joven delineante francés enamorado del jazz, que se va a desvivir por ayudarlo a salir de sus adicciones. Turner, personaje de ficción, se inspira en Bud Powell y también en el saxofonista Lester Young. Dexter Gordon fue nominado al Oscar al mejor actor y Marlon Brando le habría enviado una carta para decirle que era la primera vez en años que aprendía algo sobre interpretación.
Round midnight difícilmente se habría rodado sin la perseverancia de Irwin Winkler, productor de Rocky o Raging bull, al que Bertrand Tavernier había conocido un par de años antes a través de su amigo Martin Scorsese, y sin el apoyo de Clint Eastwood, que luego firmaría Bird sobre la vida del legendario Charlie Parker. Aunque el cineasta francés tuvo que manejarse con un presupuesto pequeño, y poner parte de su salario como garantía, pudo trabajar sin hacer concesiones a Hollywood.
Treinta años después, sigue siendo una película única. Quienes interpretan a los músicos son los propios músicos. En la banda sonora, que ganó el Oscar, y de la que se encargó el pianista Herbie Hancock, tocan Chet Baker, Wayne Shorter, Ron Carter… Y Bobby McFerrin canta el clásico de Monk Round midnight. Tavernier escribió en el disco que Hancock le había llamado un día, alrededor de medianoche, para decirle que había leído el guión, que había llorado, y que se sentía orgulloso de ser negro y músico.
No es una película sobre el jazz sino una película de jazz, narrada con las formas y la poética del jazz. Habla de aquel tiempo, tras la Segunda Guerra Mundial, en que los músicos eran recibidos en París casi como héroes. Cuando el jazz tocado en los clubs de la bohemia y del existencialismo de Saint-Germain-des-Prés se consideraba una expresión artística. En la autobiografía de Miles Davis se puede leer: “Allí conocí a Sartre, Picasso y Juliette Gréco (…) Nunca en la vida me había sentido de aquella manera. Era la libertad de estar en Francia y de que te tratasen como un ser humano”.
Publicado en El País, 16/11/2016