El hombre que almacenaba millones de discos

En tiempos en que cuesta vender un disco, él los compra por miles y acumula ya varios millones. De todos los géneros musicales. Él es un brasileño llamado Zero Freitas. Lo cuenta The New York Times Magazine en un reportaje publicado este fin de semana.

Zero Freitas despertó la curiosidad del periódico tras hacerse con las colecciones de Paul Mawhinney –antiguo propietario de una tienda de discos en Pittsburgh, que había puesto a la venta infructuosamente tres millones de LPs y 45rpm, muchos completamente olvidados y nunca editados en CD- y del fallecido Murray Gershenz –uno de los grandes coleccionistas de la Costa Oeste, y dueño de la tienda Music Man Murray de Los Angeles, cuyos vinilos tampoco encontraban una salida digna: formar parte de los fondos de un museo o una biblioteca-. También llamó la atención que comprase las existencias de Colony Records, la famosa tienda de Times Square en Nueva York. Pero ya había arramblado antes con acervos discográficos de medio mundo. Hace un par de años, cuando echó el cierre en Copacabana Modern Sound, la mejor tienda de discos que había en Río de Janeiro, fue Freitas quien compró todo el depósito. Cuentan que, para no llamar la atención, se hizo pasar por un coleccionista japonés. Tampoco los vendedores estadounidenses pudieron conocer al hombre que adquiría sus discos. Ni siquiera sabían el nombre del comprador. Sólo que les entregaban una suma muy considerable de dólares y que los discos viajaban en barco a Brasil.

El dinero no parece un problema. Según el diario de Nueva York, Freitas, de 62 años, el voraz e infatigable acaparador de LP´s y singles, es un magnate de São Paulo, del transporte de pasajeros en autobús, que ha tenido que contratar unos ayudantes para que le organicen el material que acumula en una nave de la ciudad. Doce becarios ante una tarea interminable -limpiar los vinilos e introducir los datos de cada grabación en un ordenador- porque, además, no cesan de llegar miles de nuevos discos enviados por los agentes que Freitas tiene destacados en varios lugares del mundo y que negocian las compras en su nombre. En Estados Unidos sus principales fuentes de abastecimiento son los antiguos ejecutivos de la industria discográfica y críticos de música ya jubilados. En poder de Freitas se encuentra, por ejemplo, la colección de discos de Bob Hope, comprada a su hija unos años después de la muerte del popular artista.

No sabe cuántos discos tiene. A veces incluso compra títulos que ya tiene sin saberlo. Comenzó a guardar discos desde niño: el primero en las navidades de 1964, uno de Roberto Carlos. Y ya no pudo parar. Confiesa que, su compulsión por comprar vinilos, le llevó a hacer terapia durante cuarenta años para intentar comprender por qué lo hacía. Ahora está negociando la digitalización de una pequeña pero valiosísima parte de su discoteca: miles de discos brasileños de pizarra. La idea de Freitas, que sólo de Cuba posee más de 100.000 LP´s, es abrir el almacén de São Paulo al público y que puedan realizarse consultas y escuchas de sus múltiples tesoros. El futuro archivo ya tiene nombre: Emporium Musical.

 

Enlace del reportaje: www.nytimes.com/2014/08/10/magazine/the-brazilian-bus-magnate-whos-buying-up-all-the-worlds-vinyl-records.html?hpw