Adiós a violines, violas y chelos. Tampoco se escuchan los tambores de Bahía. A sus 65 años -los cumplió el 7 de agosto-, Caetano Veloso sale al escenario acompañado por tres músicos de la edad de su hijo Moreno: una banda de rock -guitarra, bajo y batería- con la que presenta las canciones de Cê, una forma coloquial de decir você, tú.
Su disco número 40 rezuma sexo y se gestó cuando acababa de separarse de su mujer. Caetano ya no es el crooner elegante de A foreign sound (2004), ni el refinado cantante latino de Fina estampa (1994). Ahora, en sus conciertos manda el rock. Suele decirse de Caetano Veloso que le gusta llevar la contraria. Que nunca hace lo que se espera. “No sé qué esperan de mí porque desde el tropicalismo el rock está presente en todos mis discos”, dice por teléfono. “El mayor escándalo del tropicalismo hace 40 años fue precisamente la aceptación del rock y la adopción de algunos de sus procedimientos. En Noites do norte, un disco aparentemente muy alejado del asunto, hay un Rock’n’Raul, por no hablar de discos como Velô, Uns o Transa. Incluso en A foreign sound, que está visto como un disco de canciones de Tin Pan Alley, hay un tema de Nirvana, otro de Talking Heads y uno de Elvis Presley”, recuerda riendo. “Lo que sucede es que esta vez armamos una banda de rock también para hacer cosas que no son ni remotamente rock… Um sonho, por ejemplo, es casi una canción de Jobim. Y las canciones rock son específicamente brasileñas y, sobre todo, particularmente mías”.
Cree que los aficionados al rock son muy esnobs “porque lo asocian a los creadores libres y consideran rock auténtico el realizado por artistas supuestamente muy independientes. En realidad, eso es lo opuesto a los orígenes del rock, que era una música ultracomercial. Cuando hoy día se habla de Radiohead, White Stripes o Arctic Monkeys, se considera que están moral y estéticamente muchos escalones por encima de los artistas del pop. Pero en los años cincuenta los esnobs no escuchaban rock. Les parecía la basura de la basura”.
Caetano Veloso destaca la importancia y el potencial creativo del rock y reconoce que para su actual gira le ha inspirado un concierto que los Pixies dieron en la BBC. Música reducida a lo esencial. Concisa y cruda. Como la de João Gilberto. Nunca antes había planificado la sonoridad de cada canción desde el mismo momento de escribirla: “Se las presenté a Pedro Sá [guitarrista de la banda] con los arreglos delineados con la guitarra. Antes de escoger al bajista y al batería, yo ya sabía lo que quería que cada uno hiciese”.
Dijo en cierta ocasión que todas sus canciones eran autobiográficas, porque hasta las que no son, lo son. El sufrimiento causado por su separación -cuando lo grabó había roto con Paula Lavigne, madre de sus hijos Tom y Zeca- impregna el disco Cê. “Não me arrependo (No me arrepiento) es la canción que más cuenta sobre mi separación. Aunque no todas hablen de ello, hay mucho de rabia amorosa en Odeio você (Te odio) y Outro (Otro)”. En Não me arrependo (“no debías maldecirme así / Te vi crecer / Te hice crecer / Te vi también hacerme crecer”) hace referencia a Lou Reed -“lo mejor que hizo David Bowie fue producir Walk on the wild side”- y esboza una tímida imitación de la manera de cantar de Bob Dylan -“estoy más apasionado que nunca por Dylan. Me gustó su libro y la película de Scorsese es maravillosa”-.
En la gira estrena una canción inédita en disco: Amor mais que discreto. “Sobre el amor de un hombre por otro hombre. Está muy claro. No he notado rechazo aunque sólo sea porque al oírla por primera vez la gente no se da cuenta. Las pocas personas que reaccionan son las que se identifican, aquellas que aplauden el hecho de que yo esté cantando una canción explícitamente gay. Es probable que sean homosexuales y por eso tienen las antenas más sensibles y captan un verso que no deja lugar a dudas”.
Muslos, pezones, erecciones, orgasmos… Una poética corporal con imágenes y metáforas lúbricas para algunas de las canciones de Cê: “El rock, desde el principio, es más sexo que amor. Una expresión de energía sexual… En mi juventud si una chica mantenía relaciones con un chico, los padres no podían enterarse. Creo que eso ha mejorado”, dice riendo. “El problema es que en algunos lugares del mundo es difícil y en otros aún más. Hay unas fuerzas tremendas, incluso en sociedades en las que el sexo logró ser más libre, para volver a una actitud menos libre. Y se utiliza la religión, que sirve para controlar”.
El 16 de septiembre, Canô, madre de Caetano Veloso y de Maria Bethânia, hija ilustre de Santo Amaro da Purificação (Bahía), cumplió 100 años con vitalidad y alegría. “Le organizamos una gran fiesta y estuvo todo el día animadísima. Pasó toda la semana sin dar muestras de fatiga. Ella no se cansó, pero nosotros sí”, asegura entre risas.
Caetano Veloso no ahorra críticas a Lula y le dedica elogios a Roberto Mangabeira: “Los diarios ignoraron durante años lo que yo decía sobre él en las entrevistas, así que decidí hablar cada vez más de él. Cuando Lula lo nombró ahora con rango de ministro, la prensa empezó a darle palos. Hay un rechazo muy grande a la originalidad de su pensamiento, una izquierda inteligente, de profundización radical en la democracia y apuesta por la originalidad de Brasil. Me parece reaccionario justificar lo injustificable y continuar venerando el recuerdo de regímenes horrendos como los de Mao, Stalin o incluso Fidel Castro. Creo que esa izquierda amenaza mis sueños de armonía, dignidad, justicia…”.
Publicado en El País, 19/10/2007