La revista Time le considera una de las 100 personalidades más influyentes del mundo. Habla con Bush y Putin en las reuniones del G-8 y posiblemente ganaría las elecciones a la presidencia de Senegal caso de presentarse. Youssou N´Dour (Dakar, 1959) se ha convertido en un ejemplo para los jóvenes tentados de arriesgar su vida en un cayuco: decidió quedarse en su tierra e invertir sus ganancias –fue uno de los primeros artistas africanos en hacerlo- en un estudio de grabación (Xippi), una discográfica (Jololi), un club nocturno (Thiossane), una emisora de radio (Futurs Médias) y un periódico (L´Observateur). Casi doscientas personas trabajan para él. Y tiene fama de duro en los negocios. Peter Gabriel, que le descubrió en los años ochenta, definió su escalofriante voz como plata líquida. Ahora, el principito de la Medina, como se le conocía cuando empezó a cantar, publica un nuevo disco: Rokku mi rokka (Dar y recibir). Y trece años después del éxito de 7 seconds, Youssou N´Dour [se pronuncia yusundur] ha grabado de nuevo con la cantante Neneh Cherry.
Pregunta. Por primera vez se inspira en el norte de Senegal.
Respuesta. Allí hay una música, un idioma y un pueblo, el tuculeur, que comparten frontera con Mauritania y Mali. El reggae, el blues e incluso el rock and roll tienen allí sus raíces. Creo que la música partió con los esclavos de esa zona de África y ahora regresa a nosotros con otra sonoridad.
P. En una canción del disco, un wolof [etnia mayoritaria en Senegal, a la que él pertenece] se burla de un tuculeur. Le dice que su actitud ha cambiado desde que tiene dinero, pero que probablemente se lo haya encontrado. Esa costumbre de bromear en África Occidental ¿no provoca enfados entre las diversas etnias?
R. Al contrario. Estas bromas contribuyen al entendimiento, a conservar la sociedad con una cierta armonía. Porque la diversidad no es un obstáculo sino una riqueza.
P. Con Neneh Cherry ha grabado Wake up (It´s Africa calling). Cuando se habla de África aparecen la pobreza, la guerra, la corrupción… Rara vez aspectos positivos.
R. Me siento un embajador de esa África que no se muestra o no suficientemente en los medios de comunicación de Occidente. Todavía me preguntan ¿cómo es que aún vive en Dakar?. Y yo contesto que tenemos aeropuerto internacional y que puedo tomar un avión igual que si estuviera en Madrid, París o Nueva York.
P. Asistió con Bono a la reunión del G-8 en Heiligendamm, Alemania, y pudo hablar con Bush y con Putin. ¿Qué les dijo?.
R. Que con lo que están haciendo no van a poder quedarse tranquilos. Que hay que incrementar la cooperación. Creo que está bien que oigan ese mensaje porque sólo oyen los discursos oficiales entre gobiernos. Yo estoy con los manifestantes, pero poder decirles en la cara lo que pensamos tiene mucha fuerza.
P. ¿Y le parecieron receptivos?
R. Todos los dirigentes lo son en mayor o menor medida. Incluso Bush, con quien no comparto sus guerras. Estados Unidos ha hecho mucho en la lucha contra la malaria y el sida.
P. En julio, en el Festival de jazz de Montreux, al borde del lago Leman, encabezó una marcha por Darfur.
R. ¿Por qué en Montreux? Porque es el símbolo de una ciudad rica y tranquila en Europa, en Occidente, y Darfur es una catástrofe. Sentía que debía aprovechar el contraste para decir “estamos aquí pero no debemos olvidar lo que sucede allá”.
P. Declaró que la inmigración es también un fracaso de Europa. ¿A qué se refería?
R. A que sus acciones no han sido a favor de las poblaciones sino desviadas por gobernantes africanos a los que Europa ha apoyado y animado. Además las políticas migratorias se han convertido en una baza electoral. En Francia, por ejemplo, cada año hay una nueva ley. ¡Joder! ese país es lo que es hoy gracias a los inmigrantes. Y me parece absurdo que piensen que pueden detener el mar con sus brazos [el tono de su voz denota mucha más pasión que cuando habla de música].
P. Se deja caer que aspira a la alcaldía de Dakar e incluso a la presidencia de su país. ¿Qué contesta?
R. Me temo que si llegara a cualquiera de esos cargos, la gente comería piedras. No tengo ambiciones políticas.
P. En 2004 publicó Egypt, un disco en el que expresaba su fe en una religión de paz, amor y tolerancia.
R. Tengo la impresión de que la gente en Occidente se siente amenazada por el Islam porque los medios de comunicación no dejan de presentar ese aspecto amenazante. En todas las religiones, etnias y grupos humanos, hay extremistas, pero son una minoría.
P. ¿Cuál sería su mensaje para los africanos?
R. Que el futuro de África está en nuestras manos. África ha sufrido mucho por la esclavitud y la colonización, pero no podemos refugiarnos en eso. Conocemos nuestra historia, sabemos lo que nos ha dado miedo, lo que nos ha retrasado en algunos aspectos, pero hemos avanzado y tenemos muchas cosas valiosas.
Derechos humanos
A mediados de los años ochenta, Youssou N´Dour recorrió el mundo con Peter Gabriel, Bruce Springsteen, Sting y Tracy Chapman en la gira de Amnistía Internacional. Ahora ha participado en el disco Make some noise/Instant Karma, en el que U2, The Cure, R.E.M., Ben Harper o Jackson Browne grabaron canciones de John Lennon –él canta Jealous guy– con el fin de concienciar a las nuevas generaciones sobre los derechos humanos. El senegalés, embajador de Unicef y la FAO, suele decir que la música tiene el poder de informar y sensibilizar: cantó en los conciertos por la liberación de Nelson Mandela –“lloré la primera vez que estuve con él”-, para recaudar fondos para Etiopía o en el Live 8.
Un porcentaje de sus beneficios empresariales va a parar a la Fundación Youssou N´Dour –no la dirige, sólo es un miembro más del consejo de administración- que lucha contra la malaria y trabaja con fundaciones como la de los Gates. Y el año pasado puso en marcha unos Fondos Youssou N´Dour, en colaboración con una ONG estadounidense, con el fin de reunir y mobilizar dinero para proyectos de educación, salud y cultura en África. Aún le quedó tiempo para debutar como actor en la película británica Amazing grace, en la que interpreta el papel del liberto Olaudah Equiano, y para disfrutar con Sénégal: La cuisine de ma mère, un libro en el que su madre enseña las recetas de platos como el thieboudienne (arroz con pescado y verduras). “Durante tres semanas volví a visitar la cocina en la que crecí. No sólo aproveché para volver a comérmelo todo, también es un mensaje de mi madre para la cocina del mundo”.
Publicado en El País, 4/11/2007