La sonrisa de Elis

Cantar era un sacerdocio. Y no había padre, madre o hijos, decía Elis, que la sacaran de ahí: “Nada me detiene cuando el maestro cuenta un, dos y tres”. A Clarice Lispector le confesó que separarla del escenario equivaldría a castrar a un garañón. Rubén Blades señala que cantaba sonriendo. También lo comenta Rosa Passos. Era la favorita, con Billie Holiday y Frank Sinatra, del saxofonista de jazz Phil Woods y una cantaora de flamenco como Mayte Martín la tiene en su altar junto a María Callas y la Niña de los Peines. En Brasil hay un término similar a swing: balanço. Y nadie en la historia de la música brasileña con más balanço que Elis, poco más de metro y medio de puro nervio, afinación y división sin par del compás.

Elis Regina nació hace setenta años en la ciudad de Porto Alegre. Tenía siete cuando su madre la llevó por primera vez a un programa de radio para cantar. Regina Echeverria, su biográfa en Furacão Elis (1985) -este 2015 se han editado los libros Nada será como antes, de Julio Maria, y Elis – Uma biografia musical, de Arthur De Faria- reveló que la tensión, justo antes de salir a escena, provocaba a menudo que le sangrara la nariz. El mote de Pimentinha, que ella detestaba, se lo habría puesto Vinicius de Moraes por su temperamento.

En 1965, Elis Regina es la presentadora de O fino da bossa, programa musical de la TV Record, y gana el primer Festival de Música Popular defendiendo la canción Arrastão. Se convierte en la cantante mejor pagada del país. Y en la primera que graba composiciones de unos jóvenes llamados Milton Nascimento, Edu Lobo, Ivan Lins, João Bosco… Escuchaba todas las cintas que le enviaban –tenía un armario lleno en casa- antes de decidir el repertorio de cada nuevo disco.

Solo vivió trenta y seis años. Se fue un día de enero de 1982 a consecuencia de una mezcla letal de alcohol y cocaína. Se habló de suicidio, de un accidente. Miles de personas la acompañaron en São Paulo desde el Teatro Bandeirantes –en el que había permanecido catorce meses en cartel con el espectáculo Falso brilhante y donde su cuerpo fue velado- hasta el cementerio de Morumbí en un silencio conmovedor. Todos los diarios y revistas de Brasil la despidieron en sus portadas. Dejaba tres hijos: João Marcelo, hoy productor, de un primer matrimonio con el periodista Ronaldo Bôscoli, y Pedro y Maria Rita, ambos cantantes, de su unión con el pianista César Mariano.

El letrista Ronaldo Bastos escribió que en ella estaban contenidas todas las cantantes, las del pasado y las que iban a venir. Alguno la tildó de fría, de ser simple técnica. Bobadas. El poeta y psiquiatra Aldir Blanc sostiene que Elis protagonizó el ensayo interminable, persiguiendo no la perfección sino el momento sublime del paso en falso sobre el alambre. Guardaba varios discos de oro en la caseta del perro: contó que estaban ahí para recordarle que no tenían la menor importancia.

Publicado en El País, 2/12/2015