En julio el Festival de Jazz de Montreux cumplirá medio siglo. En Montreux pasó un verano la emperatriz Sissi, en uno de sus hoteles vivía y escribía Nabokov, y Lord Byron la inmortalizó en sus versos. Aunque la ciudad balneario de 25.000 habitantes, a orillas del lago Lemán, es sobre todo conocida por haber recibido a los mejores músicos. Consagrados y recién llegados. Por la cita anual en la Riviera suiza pasaron los grandes del jazz: Mingus, Ellington, Basie, Gillespie, Evans, Peterson, Jarrett, Hancock, Shorter, Miles… Pero también James Brown, Nina Simone, Bob Dylan, João Gilberto, Camarón, Astor Piazzolla, Leonard Cohen, Prince, Paul Simon, Paolo Conte, Van Morrison, John Lee Hooker, Lou Reed o Neil Young. Músicas de diferentes estilos para un público llegado de toda la Confederación y de medio mundo. Porque, lo que había comenzado en 1967 como un festival de jazz de tres días, creció en duración y se abrió, antes que cualquier otro, a rock, pop, soul, reggae, Brasil, África, flamenco, rap… Su director, Claude Nobs, propiciaba momentos únicos como los encuentros de Dizzy Gillespie con Ray Charles, Hermeto Pascoal con Elis Regina, Paco de Lucía con El Cigala, Nile Rodgers con Stevie Nicks, Santana con Al Jarreau… Y, hospitalario, agasajaba a estrellas y amigos en su chalé de Caux, colgado en lo alto de la montaña, con buenas viandas y los mejores alcoholes. Nobs, al que Quincy Jones definió como uno de los mayores promotores culturales de la historia, mantuvo relación de amistad con muchos músicos y llegó a tocar la armónica en sesiones improvisadas junto a Muddy Waters, B.B. King o Etta James.
Los carteles del festival llevan las firmas de Keith Haring, Tinguely, Niki de Saint Phalle, Tomi Ungerer, Giuseppe Pino, Milton Glaser e incluso David Bowie. Y se conservan cuidadosamente en cintas de vídeo los casi 6.000 conciertos grabados. En plazas y paseos de Montreux, uno se topa con estatuas y bustos de Aretha Franklin, B.B. King -que participó en muchísimas ediciones del festival-, Ella Fitzgerald, Freddie Mercury -que pasó allí sus últimos meses de vida- o Miles Davis, que solo en Montreux aceptó volver a tocar, con orquesta dirigida por Quincy Jones, los arreglos de Gil Evans para Sketches of Spain y Porgy and Bess. Las grabaciones íntegras de todos los conciertos de Miles en Montreux (1973-1991) se publicaron en una caja de veinte discos.
Smoke on the water, de Deep Purple, recuerda aquella noche de 1971 en que el Casino de Montreux, entonces sede del festival, ardió por completo durante un concierto de Frank Zappa. La letra de la canción habla de Funky Claude “yendo y viniendo / sacando chicos del lugar”. Pero la celebración de los cincuenta años del festival será sin el aprendiz de hostelería, hijo de panadero, que un día soñó con traer a los grandes del jazz y el blues a su pequeña ciudad y convirtió a Montreux en una referencia: Claude Nobs perdió la vida en enero de 2013 tras una caída practicando esquí de fondo.
Publicado en El País, 2/3/2016
Vídeo interactivo con grandes momentos del Festival de Jazz de Montreux desde 1967 en http://montreuxjazz.com/50