Cincuenta años de caricias

Hace medio siglo que se publicó Getz/Gilberto, el disco de Stan Getz y João Gilberto que abre la versión más universal de la Chica de Ipanema. Cincuenta años de un disco que, en realidad, se había grabado en 1963. Todo se fraguó en dos días del 63: 18 y 19 de marzo. El lugar, los estudios de la A&R de Nueva York; el productor, Creed Taylor y, el ingeniero de sonido, Phil Ramone. En la grabación de Getz/Gilberto para el sello Verve participaron, según consta en los créditos, Stan Getz (saxo tenor), Antonio Carlos Jobim (piano), João Gilberto (guitarra y voz), Tommy Williams (contrabajo) –el brasileño Tião Neto, auténtico bajista de aquellas sesiones, como atestiguan las fotografías, fue ninguneado en la ficha-, Milton Banana (batería) y Astrud Gilberto (voz).

Tiao, Jobim, Getz, Joao, Milton                                                                              Tião Neto, Tom Jobim, Stan Getz, João Gilberto y Milton Banana

Astrud, una de las tres hijas del señor Weinert, era por aquellos días la mujer de João. Se conocieron en casa de los padres de Nara Leão, en la Avenida Atlântica de Copacabana, por medio de Ronaldo Bôscoli, y se habían casado a comienzos de 1960. Se barajan distintas explicaciones para su presencia en el disco: una, que Stan Getz o Creed Taylor pensaban que había que grabar una parte cantada en inglés y, en el estudio, estaba la joven Astrud que hablaba el idioma; otra, que la idea de cantar profesionalmente ya daba vueltas por la cabeza de la brasileña hacía tiempo y habría sido ella la que se lo propuso a Taylor encontrando el apoyo inmediato del productor. La tercera la sostiene la propia Astrud Gilberto: habría sido una sugerencia de su marido a Getz, que la oyó cantar un poquito y dio el visto bueno. Para el mundo ella fue la musa de la bossa nova –con su vocecita inexpresiva, aunque mágica, como la definió un crítico francés de jazz-, pero en Río de Janeiro apenas era una jovencita más. Allí, las chicas de la bossa eran cantantes como Sylvia Telles o Nara Leão. Escribió Ruy Castro en su libro sobre la bossa nova Chega de saudade que, en 1964, cuando ya el disco era un fenómeno de ventas y ella una celebridad, Astrud podía pasearse tranquilamente por Ipanema sin que nadie la reconociera. Y añadía que, si unos meses antes, alguien hubiera dicho en Brasil que aquella muchacha iba a tener semejante éxito en Estados Unidos, a buen seguro que lo habrían internado.

gilberto_getz_ipanema_0813015702651                                                                                Astrud Gilberto (con Stan Getz al fondo)

No era ésta la primera aproximación del saxofonista a la bossa: Stan Getz se había quedado prendado de la nueva música carioca cuando grabó en febrero de 1962, con el guitarrista Charlie Byrd, Jazz samba -con canciones como Desafinado, Samba de uma nota só o Samba triste– y, en agosto de ese mismo año, un disco con la Big Band de Gary Mc Farland –con Manhã de carnaval, Chega de saudade o Bim bom-. En febrero del 63 había repetido en Jazz samba encore! con el guitarrista brasileño Luiz Bonfá como guitarrista y, en marzo, Getz había grabado otro disco con el también guitarrista brasileño Laurindo Almeida.

Se ha contado muchas veces que Antonio Carlos Jobim y Vinicius de Moraes escribieron la canción en una servilleta, en la terraza del bar Veloso, en el barrio de Ipanema. Sí que veían pasar a Heloísa Eneida Menezes Pais Pinto, a la que todos llamaban Helô, desde el Veloso (hoy Garota de Ipanema) en la esquina de las calles Montenegro (desde hace años se llama Vinicius de Moraes) y Prudente de Moraes (nada que ver con el poeta: fue el tercer presidente de Brasil). Sin embargo, como afirma Ruy Castro, los dos eran gente seria y no quedaban en el bar para trabajar sino para conversar y beber. Vinicius preparó la letra –hizo dos distintas- en la ciudad de Petrópolis y después Tom creó la música en su apartamento de la calle Barão da Torre en Ipanema. La chica, que despertaba la admiración de los parroquianos del Veloso, tardaría en saber que era ella la protagonista de la canción.

aus-dem-fotoalbum-von-helo-pinheiro-in-den-sechziger-jahren-am-strand-von-rio-de-janeiro                                                                               Helô, la garota de la célebre canción

Garota de Ipanema                                                                      El antiguo bar Veloso, hoy Garota de Ipanema

La primera vez que Garota de Ipanema se escuchó en público fue en Encontro, un show estrenado el 2 de agosto de 1962 en la boite Au Bon Gourmet, de Copacabana, y que se mantuvo 45 días en cartel. Espectáculo que reunió por primera y única vez sobre un mismo escenario a Antonio Carlos Jobim, Vinicius de Moraes y João Gilberto, acompañados por el conjunto vocal Os Cariocas. La letra en inglés de Garota de Ipanema se le encargó a Norman Gimbell. Al nuevo letrista el título no le gustaba porque ¿quién diablos sabía en Estados Unidos qué era eso de Ipanema?. Además, para terminar de complicar el asunto, el dentífrico más popular en Estados Unidos se llamaba Ipana, con lo cual el público podía pensar que le estaban anunciando la pasta de dientes. Jobim y Gimbell discutieron, pero el carioca no dio su brazo a torcer: Ipanema.

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El productor Creed Taylor veía en el disco unas posibilidades comerciales que iban más allá del reducido mercado jazzístico. Y tuvo la cinta en cuarentena durante meses mientras decidía qué hacer con el material. La grabación de The girl from Ipanema, que dura cinco minutos y quince segundos, incluía la introducción de João en portugués, la entrada de Astrud en inglés, el solo de Getz al tenor, el de Tom al piano, y la vuelta de Astrud con Getz. Taylor tomó la decisión de quitar toda la parte vocal de João. Así ganaba casi minuto y medio y, con ayuda de algún que otro recorte más sutil, la canción quedaba ya apta para consumo de las emisoras de radio. La publicó en julio de 1964 como sencillo al tiempo que el LP completo.

Acuciado por problemas económicos, João Gilberto habría intentado vender sus derechos sobre aquella cinta que, meses después de la sesión de grabación, seguía en un cajón de la compañía Verve. Parece ser que João pidió 1.000 dólares a la discográfica y no se los dieron. Tuvo suerte porque Getz/Gilberto se convirtió en uno de los LP´s más vendidos en Estados Unidos. Casi dos millones de ejemplares y cuatro premios Grammy de siete nominaciones: la primera vez que un disco de jazz se llevaba el de mejor álbum del año –la muchacha carioca llegó incluso a ganar a I want to hold your hand de los Beatles, People de Barbra Streisand y Hello, Dolly de Louis Armstrong-.

Sólo en el primer semestre de ventas, João Gilberto se embolsó 23.000 dólares. Además de dos estatuillas del Grammy que guardó en un armario y que perdió en una de sus mudanzas. Con el dinero del disco, Stan Getz se compró una casa en el estado de Nueva York que había pertenecido a la hermana pequeña de George Gershwin: una mansión al estilo sureño de dos pisos con columnas blancas y más de veinte habitaciones. A Astrud Gilberto, en cambio, le pagaron 120 dólares, la suma mínima pactada por los sindicatos por una sesión de trabajo.

Stan Getz y João Gilberto discrepaban sobre las mejores tomas. El saxofonista subía el volumen de su instrumento en cuanto podía. Y, además, se las arreglaba para que destacaran su parte en la mezcla. Uno de los díalogos entre ambos, con Jobim como atrapado traductor, habría sido: “Tom, díle a ese gringo que es burro”. Y Jobim a Getz: “Stan, João me dice que su sueño siempre ha sido grabar contigo”. A Getz la traducción de Jobim no le acabó de convencer porque, por el tono de voz y los gestos, João parecía estar diciendo otra cosa.

Para conmemorar los 50 años de Getz/Gilberto, cuya portada es un cuadro de la pintora abstracta Olga Albizu, Verve/Universal ha puesto a la venta una edición expanded que, además de los ocho cortes en estéreo del vinilo original, ofrece las ocho tomas en mono de esas canciones –era práctica habitual que se grabara de forma simultánea para cinta monoaural y cinta de tres pistas que luego se mezclaba para estéreo-, así como las versiones para el single de The girl of Ipanema y Quiet nights of quiet stars (Corcovado) en las que Astrud canta en inglés. A partir del éxito arrollador del disco, y sus secuelas, la bossa nova iba a dejar su marca en la música del siglo XX. En la crítica que la revista Down Beat le hizo en 1964 a Getz/Gilberto podía leerse: “Hace 40 años que nadie influenciaba la música estadounidense como hoy lo hace João Gilberto”.